La hoja

Ringui-ringui = Suena el teléfono.

Lo cojo, es mi abuela Pilar alias Iaia Pilar. Me dice:

- Hola, ¿te cojo una hoja?

A la mente me viene una imagen de mi abuela en el parque cogiendo hojas de árbol con mi prima Marta al lado en plan desobediente.

- Una hoja? Para qué? -digo yo-.

- Una hoja para rellenar -me dice toda convencida-.

Pienso en una receta libanesa o rumana que me dijo alguién hace tiempo. Consistía en rellenar hojas de parra con un arroz cocinado complejamente. Pero creo que mi abuela desconoce la receta... Para parra, la nuestra.

- ¿Qué hoja? ¿qué relleno? -insisto-.

- La hoja para un piso. Que tu tía Pili va a ir a buscarlas y es por si queréis alguna.

Empiezo a captar la idea. Hoja. Piso. Piso. Hoja. Chanchullos. Ayuntamiento. Números. Nómina. Hipoteca. Agobio.

- Ah, pues no. Gracias. Pero no -le digo-.

Mi abuela lo flipa. Quiere que le diga que si.

- ¿No? Pero si son los pisos estos que dan en Santa Coloma (los regalan!) de protección. Pues si tú no quieres (como diciendo, te vas a arrepentir) le digo a tu tía que coja una hoja para tu hermano. Porque el Marc si que quiere, quizas él también... [...] Y tú, piénsatelo, que ya tienes nómina y contrato, no?

- Si, iaia, si, pero yo estoy en plan temporal (en general) y no sé dónde voy a vivir, ni estar mañana así que mejor cógela para el Albert.

Básicamente, ésta es la parte de conversación que más tiene que ver con "la hoja".